Tiempo
Tic-tac-tic-tac… corren los segundos y nosotros detrás.
Minutos, horas, días, meses, años… se nos escurren entre las manos. Nos miramos al espejo preguntando al desconocido que nos mira qué estamos haciendo. ¿Ha valido la pena? ¿Sigue valiendo la pena? ¿Tanto tiempo ha pasado?
Agachamos la cabeza, igual que lo llevamos haciendo años. Hemos asumido que lo que hay es lo que es, y lo que es, es lo que hay.
Aceptamos dónde estamos, renunciamos a seguir luchando, y rezamos: afortunados aquellos que encontraron sus pasiones y las convirtieron en virtudes. Afortunados aquellos que convirtieron sus virtudes, en algo productivo. Pues ellos dejaron de vender su tiempo.