Mentimos y nos mentimos para sostener la ilusión de quiénes somos. Vivimos convencidos de ser dueños de nuestras decisiones negando nuestra incapacidad para controlar nuestro destino.

Mentimos y nos mentimos, para sostener la ilusión de los que nos mienten. Caminamos sobre un fino alambre entre la identidad a la que nos hicieron aspirar y nuestras capacidades.

Vivimos en una alucinación colectiva. Llámalo autoengaño. Llámalo mentir.